Cristian Tavari hace 32 años que es docente, pero hace 30 años que está como Director y maestro de la escuela Nº 638 "Don José de San Martín" de la zona rural de Castellanos, a unos 30 kilómetros de Rafaela. Llegó allí con 25 años el 3 de agosto de 1993 junto a su esposa Carina y a su hija Yael que en ese momento tenía un año, la cual hoy es docente. Estos 30 años le valieron días atrás un reconocimiento de la Comuna de Castellanos, cuyas autoridades junto con familiares, amigos, exalumnos y vecinos de la comunidad le organizaron un festejo sorpresa en el club de la localidad. A Cristian lo habían citado para que lleve unos papeles a firmar, ya que es Secretario de Consorcio Caminero; pero lejos de eso lo que le esperaba era una reunión para reconocer su trabajo en la escuela rural todos estos años.

En diálogo con RAFAELA NOTICIAS, Cristian Tavari comentó que nació en Desvío Arijón y estudió como maestro en Coronda. Reconoció que su vocación inicial no fue la docencia, sino que su intención era ser veterinario. La situación económica de su familia hizo que se inclinara hacia la docencia, ya que podía estudiar la carrera más cerca de su domicilio. Pero con el tiempo halló en la enseñanza de los niños una nueva vocación. Antes de llegar a Castellanos trabajó en como docente en Caima,Coronda, Desvío Arijón, Colonia Santa Irene cerca de Gálvez, no sólo enseñó a niños sino a adultos. Incluso llegó a darle clases a su mamá, viéndola terminar la primaria a los 60 años. Justamente su madre, que vive en Desvío Arijón, estuvo presente en el reconocimiento que le hizo la comuna días atrás. Cuando Cristian llegó a la escuela de Castellanos lo hizo en reemplazo de una directora que había pedido traslado, contando la institución con 3 alumnos. Estando allí concursó para maestro titularizando en San Antonio, pero siempre trabajando como Director y maestro en Castellanos. Luego también titularizó en este último lugar donde todavía se desempeña. "Yo tenía ya mi corazón acá", afirma Cristian al referirse al por qué decidió quedarse donde estaba y no elegir otro destino al momento de titularizar. Para ese entonces, tenía otro hijo, Hugo, de 8 años.

La época más dura- recuerda- fueron las inundaciones: hubo 5 en 4 años, donde tuvo que salir a "defender la escuela". Pero la inundación que más padeció fue la del 2007 donde pudo salir solamente dos veces en tres meses. Incluso llegó a enfermarse. En otra oportunidad una "cola" de tornado destruyó un SUM de la escuela, momento en el que fue recibido por la ministra de Educación Claudia Balagué, que reconoció su labor y desde el Estado provincial brindaron los recursos para volver a levantar el salón. Con el correr de los años la escuela llegó a tener 27 alumnos cuando funcionaba allí el Tercer Ciclo. Luego de las inundaciones se cerraron tambos - pasando de 33 en la región a no más de 6-, que sumado al avance de la agricultura, hicieron que la población de la colonia fuera disminuyendo. La escuela cuenta en la actualidad con 7 alumnos en Primaria y 4 en Nivel Inicial. Cristian es maestro y Director de Primaria, contando con una docente de Nivel Inicial, un profesor de Educación Física y una docente de Inglés. Lejos de aquel 1993 donde todo era "un monte", ahora la zona rural donde está la escuela tiene un camino arenado e Internet.

Cristian se destaca por su solidaridad y compromiso con la comunidad. Hace poco llegó a su escuela una niña de Chaco de 4 años, la cual por un problema de salud se desplaza con mucha dificultad. "Yo no podía ver eso y no hacer nada", comenta. Por lo que organizó junto a la Comuna local a cargo de presidente comunal Diego Audino una rifa consiguiendo donaciones de comestibles y vendiendo números. Con eso logró juntar 280 mil pesos para comprar un andador y una férula que le mejorarán la calidad de vida a la niña. La gente se volcó a colaborar de manera masiva, no solamente por la causa en sí, sino porque conoce a Cristian y confía en lo que hace. "Amo los pibes, la calidez humana de los niños", asegura. Y recalca la relación estrecha que puede tener con ellos y con sus familias. Su objetivo principal hacia ellos tiene que ver con que "sean buenas personas". En el aula trabaja proyectos que nacen de la vida cotidiana de los chicos e incorpora la tecnología para "romper las estructuras y aggiornarse a los tiempos que vienen". "Después de tanto tiempo encontré mi vocación, amo estar con los chicos, la escuela y me llevo bien con mis colegas. Lo que hago me gusta hacerlo lo mejor que me sale", comenta.

Cristian, quien viene de familia de pescadores, cree en la educación pública, aquella que le permitió crecer y desarrollarse. "Los chicos tienen que formarse y la escuela es fundamental", expresa. Y agrega que "se necesita vocación y compromiso" para ejercer la docencia, y que es necesario que "el docente esté bien pago". Cristian Tavari tiene hoy 55 años, una compañera que lo apoya y lo acompaña , 3 hijos (una es docente, otro se está por recibir de contador y otro cursa cuarto año de la secundaria), y un nieto. "Soy un agradecido a la vida, por el medio vaso que me tocó, más allá de lo que me falta. El día que me tenga que ir de acá voy a dejar el corazón", asegura. Su propósito, agrega, es "no pasar por la vida sin dejar huella", y vaya si lo está logrando.