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Judiciales

Larga y tensa jornada de alegatos en el juicio a Emanuel S.: ahora sólo resta la sentencia

Con una audiencia que se extendió por más de cuatro horas, se desarrolló en los Tribunales de Rafaela la última jornada de alegatos en el juicio contra Emanuel S. Habló el imputado y su madre sufrió una descompensación en la sala.
Agrandar imagen La audiencia se desarrolló en la sala 3 de Tribunales.
La audiencia se desarrolló en la sala 3 de Tribunales.

En una audiencia de más de cuatro horas de duración que se concretó en la tarde de este lunes en sala 3 del segundo piso de Tribunales, se completaron los alegatos finales de las partes en el juicio oral y público en el que se juzga a Emanuel S., acusado de abuso sexual agravado en perjuicio de dos sobrinas. El caso, que desde hace más de dos años mantiene en prisión preventiva al imputado y que ha generado una enorme repercusión mediática y en las redes sociales, entró en su fase definitoria, ya que ahora sólo resta el pronunciamiento del tribunal, que se conocerá el miércoles, cuando se dicte la sentencia. Los jueces del caso son los doctores Nicolás Stegmayer, Juan Pablo Peralta y José Luis Estévez.

En la jornada de este lunes no sólo se escucharon los alegatos de la fiscal Fabia Burella; de la abogada de la familia querellante, Paola Pradolini; y de los abogados defensores Alejandro Otte y Juan Lovaiza, sino que también hizo uso de la palabra el propio imputado, Emanuel S., quien insistió en sostener su inocencia en una extensa alocución en la que no aceptó preguntas de la Fiscalía; y tampoco las hubo de parte de la defensa.

Un momento de tensión se vivió cuando la madre del imputado, que participó de las audiencias junto a otros integrantes de la familia, sufrió una descompensación y debió ser asistida fuera de la sala.

Alegatos de la fiscalía

Fabia Burella comenzó diciendo que la acusación ha acreditado con certeza los hechos del imputado y que es responsable de sus actos. Aclaró que en el debate del juicio la defensa y sus testigos han intentado orientar la causa a un conflicto familiar y no penal. Es decir, desviar la causa del abuso sexual.

A la vez, sostuvo que las víctimas han dado razón del sufrimiento, que se llevó cabo durante un tiempo sostenido (los abusos), sin consentimientos, con manoseos, sexo oral y juegos de colores. A tal punto que le causó un grado de afectación social en ellas. En otras palabras, dijo que el acusado se aprovechaba de la inmadurez de las niñas y abusaba de su desarrollo por ser 8 años mayor.

Lo que estaba haciendo sabía que era prohibido”, relató Burella. Seguidamente, contó cómo concurrían regularmente al domicilio donde pasaban los abusos. “Podemos definir la convivencia”.

La fiscal también sostiene que se acreditó el daño y extensión del mismo, tal como lo habían expresado en la apertura de los alegatos días atrás. Citó a una de las profesionales que trataron con las niñas para describir lo que una de ellas sentía angustia. Mientras que la otra sufría de ansiedad y depresión (ocasionalmente ambas a la vez). Todos los síntomas fueron relatados: como trastornos alimenticios, falta de sueño, pánico, autoagresión y atención psiquiátrica.

Todos los profesionales coincidieron en algo, el estrés postraumático. En esos momentos, se desprendió de Burella una frase desgarradora: “Morir para zafar de la situación”, refiriéndose lo manifestado alguna vez por una de las víctimas -personas llegadas a Emanuel se expresaban con muecas-. “Un palazo a la psiquis”, por las veces que las chicas recuerdan a su tío sobre ellas.

La denuncia ocurrió por algo, no para algo, decía en otras palabras la fiscal. Quedó corroborado que Emanuel insistía en arreglar encuentros para, tal vez, cometer más abusos. El propio padre de las víctimas pudo observar al acusado en inmediaciones al domicilio de las chicas.

Algo irrefutable son las palabras de ellas. No cambiaron el discurso en ningún momento en tantos años que comenzó la causa, habiendo pasado por muchos profesionales.

Finalmente, cerró pidiendo por una condena de 16 años.

Querella

Al término de Fabia, expuso la Querella. De la misma manera, afirman que quedó demostrado lo que habían adelantado: “Que no iban a quedar dudas que todo fue acreditado”.

Paola Pradolini ratificó lo antes expresado por Fiscalía. “Abusó a sus sobrinas desde la niñez hasta la adolescencia (…) nos quedaron muy claro los hechos”.

Asimismo, hablaron de lo beneficiado que era su tío. Porque se aprovechaba de que eran más chicas, planteaba situaciones en las que les hacía creer que eran juegos, en otras palabras, “más inteligente” por ser mayor.

Contó cómo fueron los inicios de los abusos, generándoles un sufrimiento y dolor a las víctimas. Y también, que la defensa quiso trasladar los hechos a una disputa familiar.

Cuando la querella habló del chat en el que Emanuel le pide “¿me tiras la … un rato?” a una de las niñas, el acusado miró hacia abajo, luego arriba, se tocaba los zapatos y nuevamente volcó su mirada a la querella. Inmediatamente, fundamentaron que todos los actos llevaron a un daño devastador, afectando a su desarrollo -Emanuel se lleva las manos a los ojos-.

“Dejó huellas”, dijo Paola refiriéndose al consumo de sustancias, el mal sueño, dificultades en lo social, depresión y en la autolesión. Con respecto a la salud de una de ellas, comentó que es delicada -decía “no” con la cabeza Emanuel-.

Defensa

Si existe certeza de algo, es que no se acreditaron los hechos, inició Alejandro Otte. A la vez, afirmó que las actitudes de ellas no son por hechos sexuales. Y es ahí que pidió que al acusado se lo absuelva y quede en libertad.

En sus fundamentos, explicó que quisieron acreditar los hechos por una cámara Gesell utilizando un método que “no corresponde, es equivocado”. Argumentando principalmente que la psicóloga actuó por solicitud de fiscalía, obviando el protocolo adecuado en esa situación. En relación a los testigos, “ninguno dio absolutamente nada”.

Habló de los padres de las jóvenes. Contestó a la querella que fueron ellos los que dieron a entender en el juicio que eran desatentos y se preguntó: “¿No se dieron cuenta en los cortes, en la mala alimentación…?”. Con respecto al consumo de sustancias, porqué no buscaron ayuda para evitarlos. Y culminando con esa parte, sostuvo que las lesiones no fueron constatadas en el cuerpo con informes médicos.

Por otro lado, hizo mención al lugar donde habrían ocurrido los hechos. Dijo que se podían ver todos los ambientes (algo que la fiscalía negó en su alocución). “Sería más fácil acreditar uno o dos hechos aislados” y no abusos constantes, manifestó el abogado defensor.

 

 

Desestimó a todos los profesionales porque un abuso “se debería notar” (físicamente). Y volvió a sostener que no se verificó nada, “se pusieron de acuerdo”, afirmó más adelante.

Volvió al tema del chat. Dijo que no fue un descuido, sino que se presentaron todas las conversaciones, pero fundamentó que esa “era la forma que tenían (Emanuel y una de sus sobrinas), esa era la relación”.

No solo eso, sino que habló de otra conversación con la misma víctima. En el intercambio de mensajes, ella le cuenta que no iba a tener intimidades con una persona, tratándose, según el abogado defensor y por lo que dio a entender la joven, era la primera vez sexualmente.

La palabra de Emanuel

Al término de todas las partes, habló el acusado. Y arrancó por lo que se intuía: “Yo soy inocente de todo lo que se me acusa”. Posteriormente, expuso sus sentimientos por estar sentado en un rincón escuchando todo lo que se decía de él durante cada audiencia que pasó. “La palabra revictimización la escuché siempre del otro lado”, dijo sobre los acusadores.

Lo inocente lo perdí desde un inicio”, justificó en relación a la “falsa denuncia”, donde nunca alguien lo tuvo en cuenta a él, “a su psiquis”.

Entre otras extensas declaraciones, se preguntó: “¿Era necesario tanto tiempo esperando un juicio?”; “¿De qué me defiendo?, nose de qué me tengo que defender”.

Y vaticinó que, si la condena es en su contra, se trataría de una condena anticipada. Y si es culpable, pidió que todos vayan con él, porque “todos son cómplices (…) también los papás”.

Finalmente, y con personas del público llorando, sostuvo que sus derechos nunca estuvieron garantizados, que lo abusaron sistemáticamente y que la justicia rafaelina lo puso de rodillas.

Concluyó expresando que el violador es violador, no porque lo denuncie una mujer. “No les importa saber que era inocente”.

 

Emanuel S. Tribunales Rafaela

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