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Judiciales

Un crimen macabro, a sangre fría y cruel contra ''un buen hombre''

Así definió el Fiscal Carlos Vottero al atroz asesinato de Julio Funes, ocurrido en marzo del 2020. Su cadáver fue encontrado con las manos y pies atados con cables, en estado de descomposición y calcinado. Los presuntos responsables, a quienes la víctima habría acogido en su casa, lo mataron “porque le negó un pedazo de pan a la nena”. 

En la tarde noche de este viernes, el Fiscal Carlos Vottero sentó en el banquillo de los acusados a Iván B. y Marianela P., quienes están sindicados como los responsables de darle muerte a Julio Funes.

 

Funes fue asesinado en marzo del 2020, en su casa de barrio Fasoli, pero su cuerpo fue encontrado varios días después, cuando personal de Bomberos lo descubrió calcinado en el interior de un galpón en el fondo de la vivienda que ocupaba en calle Soldano al 1300.

El caso, que conmocionó a la ciudad hoy cerró un capítulo, cuando el Juez Javier Bottero, haciendo lugar al pedido del Fiscal, dictó la prisión preventiva para los dos acusados de darle muerte, quienes están imputados por los delitos de hurto simple y homicidio. 

Macabro, cruel y a sangre fría​

Con esas palabras definió Vottero la muerte de Funes, durante el comienzo de la audiencia contra los hermanos Iván B. y Marianela P., celebrada en los Tribunales de Rafaela. 

El crimen tiene varias aristas. Y para entenderlo, es importante conocer el contexto en el que se produjo y cómo llegó a un posible esclarecimiento, tras dos años de arduo trabajo. 

Los hechos se sucedieron a lo largo de unos 12 días, entre el 18 y el 29 de marzo del 2020. Pero comencemos por el final. 

El 29 de marzo, a las 16 horas aproximadamente, el llamado de una vecina alertó a los Bomberos y a la Policía, de un incendio que se estaba desarrollando en una vivienda de calle Soldano al 1300, donde Julio Funes vivió durante casi toda su vida. 

Las llamas, se habían originado en un galpón ubicado en la parte trasera del domicilio, de no más de 2,5 x 2,5 de longitud. El origen quedó claro al detectar la presencia de dos focos ígneos (uno dentro y otro en el exterior) y de algún “líquido derivado de hidrocarburos”. Para los avezados bomberos, se trataba de un incendio a las claras intencional.      

Tras extinguirlo, se encontraron con un cadáver totalmente carbonizado. Las pericias de personal de Criminalística arrojaron que el cuerpo estaba decúbito dorsal, con los pies y manos extendidos. Las muñecas y los tobillos estaban sujetos con cables y tenía larvas y gusanos (algunas calcinadas y otras no) en su cabeza y en la ingle, lo que indicaba una sola cosa: La muerte fue anterior a que incineraran sus restos. 

“Siempre se la veía a una chica y a un muchacho en una moto roja en la casa”

A partir de ese hallazgo, comenzó un largo camino para desenmarañar más de 40 testimonios de vecinos y vecinas, cámaras de seguridad y un grueso expediente de evidencias que apuntaban siempre a lo mismo: Un hombre y una mujer, a quienes se los vio los días previos y posteriores al hecho, frecuentar la casa. Incluso aportaron que se los vio salir con guantes de látex, casi idénticos a los mismos guantes de látex que los peritos encontraron en la basura al examinar la casa.  

 

Los testimonios que citó Vottero en la Audiencia siempre apuntaban a esta pareja de hermanos, quienes (se presume) fueron acogidos por Julio Funes y que posteriormente le dieron muerte.

Si bien la fecha exacta de la muerte no está clara, el 18 de marzo de ese año, una vecina fue hasta el almacén que siempre atendía Funes en su casa. Pero esta vez no estaba, sino que la recibió una mujer quien le dijo que Julio tuvo que viajar de improviso a Córdoba por un problema de salud de una familiar. 

Ninguna de las tres listas de pasajeros de los micros que ofrecen el servicio desde la Terminal de Rafaela a Córdoba registran a Julio Funes en sus asientos. Por eso la Fiscalía presume que en esa fecha ya se había cometido el crimen y los relatos eran para comenzar a encubrirlo. 

Los días posteriores, otros vecinos, a quienes se les hacía extraña la ausencia de Julio por tanto tiempo comenzaron a ver cómo esta pareja se llevaba bolsas con mercaderías, un ventilador, una estufa y varias otras cosas de la casa. “Julio nos dejó a cargo porque se va a quedar en Córdoba por la Cuarentena” fueron las palabras de la mujer sospechada, ante la pregunta de una vecina de la casa.

Moscas verdes y “olor a cementerio”​

Días previos al macabro hallazgo que hicieron los bomberos, los testimonios de vecinos de ese sector de barrio Fasoli indicaban que se podía sentir un fuerte olor nauseabundo y moscas verdes que provenían de la casa de Funes. Más o menos unos 4 o 5 días antes de que se produjera el incendio.

¿A qué responde esto? Según lo sostiene la voluminosa prueba del Fiscal Vottero, los primeros días, el cadáver fue depositado en la cama y cubierto con una frazada. Supuestamente, para fingir una situación normal de descanso si algún vecino entraba a la vivienda. 

Posteriormente, los homicidas arrastraron el cuerpo (ya en estado de descomposición) hacia el patio y lo depositaron en el galpón. Luego lo rociaron con nafta o algún combustible y le prendieron fuego. 

¿Un crimen que podría haberse evitado? 

Amigos y conocidos del fallecido declararon que Funes no quería más a estas personas en su casa. Uno de los testimonios aportaba que había presentado una denuncia para que la policía los saque de su propiedad. 

Incluso el propio Funes, un mes antes de su muerte, se había presentado en una dependencia municipal donde denunció que estaba cansado de la situación. Un dato: El testimonio que aportó a la funcionaria es que le tocaba hacerse cargo de los hijos de Marianela P., alimentándolos y comprándole pañales, porque su madre no se hacía cargo. 

Para ilustrar el buen corazón de Julio, el Fiscal Vottero reveló que hacía dormir a sus “inquilinos” en su cama, mientras él dormía en el suelo. 

El pedazo de pan y la “pieza que faltaba del rompecabezas”

Los testigos estaban, al igual que las pericias, las cámaras de seguridad y todas las demás piezas del rompecabezas. Pero para terminar de armar el puzle, faltaba una.    

Y apareció en abril del 2022, cuando una trabajadora social se presentó en la Fiscalía y aportó un dato clave: El testimonio de una mujer, a quien la pareja le habría confesado el crimen.   

Según este testimonio, en marzo del 2020, los acusados se comunicaron con esta mujer y le pidieron que vayan junto a su marido, de quien Ivan B. es primo, hasta su casa en barrio Jardín. Una vez allí, entre risas, le detallaron lo ocurrido: “No sabés lo que hice. Lo maté al viejo Julio”.  

Aparentemente, Julio Funes fue asesinado tras una discusión que se generó cuando “le negó un pedazo de pan a la nena”. Iván B. habría tomado una pala de hierro y le asestó un golpe mortal en la cabeza. Lo que pasó después ya se sabe. 

“Yo sé que a Julio lo mató él”

Cómo si a esta historia le faltara algo, sobre casi el final de la Audiencia, Marianela P. quiso declarar. Y apuntó directamente contra su hermano, a quien sindicó como el único responsable del asesinato.

“Yo vivía amenazada” “No podía ser feliz porque él siempre estaba ahí” fueron algunas de sus palabras. 

Y para cerrar, le endilgó otro delito: El de haber abusado de sus dos sobrinas. 

Tras casi dos años de investigación, parecería que la muerte de Julio Funes comenzó a ser esclarecida y finalmente pueda descansar en paz. Claro, falta todavía el juicio y la condena (La Fiscalía ya adelantó que podrían caberle hasta 25 años de cárcel). 

Pero este caso pasará, sin dudas, a formar parte de la historia judicial rafaelina

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