José Ojeda, un valiente trasplantado renal compartió con Rafaela Noticias su conmovedora historia de lucha y superación.

Hace seis años, José recibió el tan preciado trasplante de riñón luego de una etapa dolorosa de diálisis que duró cuatro años y medio.

José recordó los síntomas que experimentó antes de su trasplante: "La hinchazón y los problemas urinarios fueron señales inquietantes de que algo no estaba bien en mi organismo. Después de una serie de estudios médicos, me diagnosticaron una enfermedad renal crítica. Durante un tiempo, tuve que tomar medicación, pero llegó un momento en que mis riñones funcionaban a un 10% de su capacidad, por lo que finalmente llegó el momento de iniciar la diálisis".

La diálisis se convirtió en una parte agotadora y desafiante de la vida de José. Tres veces por semana, durante cuatro horas, su sangre era filtrada por una máquina que cumplía la función de limpiarla y devolverla a su cuerpo. José, con una fístula en el brazo izquierdo, soportó este proceso durante cuatro años y medio, experimentando tanto los beneficios como los daños que la diálisis puede causar al cuerpo.

Sin embargo, José nunca dejó de soñar con un trasplante de riñón. Su cuerpo ya no podía soportar más los estragos de la diálisis, y en ese momento crítico, su hijo de 30 años se ofreció voluntariamente para donarle un riñón "porque me veía que yo estaba muy mal". Tras los estudios y las conversaciones con los médicos, al mes, la noticia llegó inesperadamente: había un riñón compatible disponible para José.

José y su familia se dirigieron rápidamente a Santa Fe, donde se llevó a cabo el trasplante esa misma noche. La operación fue exitosa, y tras 21 días de hospitalización, el riñón comenzó a funcionar correctamente y, con el tiempo, José pudo dejar atrás la diálisis.

Gracias a la generosa donación de los órganos de un paciente fallecido, hoy José pudo recuperar una calidad de vida normal: "Esta persona perdió la vida en un accidente en Granadero Baigorria y estoy profundamente agradecido a esa familia que tomó una decisión tan importante.

Cuatro meses después de la operación que cambió su vida, José sintió el profundo deseo de expresar su profunda gratitud y establecer un vínculo con la familia de su donante: "Lamentablemente no pude conocerlos porque, pese a haber buscado información, no pude obtenerla"

Hoy en día, José disfruta de cada momento sin pensar en el trasplante. Juega al fútbol con su hijo y realiza actividades cotidianas sin restricciones. La medicación que debe tomar de por vida es un recordatorio constante de su gratitud y del valor de la donación de órganos. José alentó a las personas a informarse sobre la importancia de la donación y a acercarse a la Asociación Civil Honrar la Vida Rafaela, cuyo hogar de tránsito se encuentra en Eduardo Oliver al 765 "allí se brinda información vital sobre el tema".

José concluyó con un mensaje claro: "Los órganos no van al cielo, pueden salvar vidas. Todos deberíamos considerar la donación de órganos y tomar conciencia de su impacto. La donación de órganos es un acto de amor que puede dar esperanza y una segunda oportunidad a muchas personas".

Con la historia de José Ojeda, se destaca la importancia de la donación de órganos y se busca inspirar a otros a considerar este noble gesto que puede cambiar y salvar vidas.