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Monseñor Pedro Torres llamó a la escucha, a la sinodalidad, a la humildad y la caridad

Así lo hizo en su homilía del pasado jueves 21 de marzo durante la celebración de la Misa Crismal que se llevó a cabo en la Catedral San Rafael.
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Crédito: Pastoral de las Comunicaciones de la Diócesis de Rafaela
Redacción Rafaela Noticias

Por Redacción Rafaela Noticias

El jueves 21 de marzo, en la Catedral San Rafael, el Obispo de la diócesis de Rafaela, Monseñor Pedro Torres, en su homilía durante la celebración de la Misa Crismal invitó a todos a reflexionar sobre la importancia de escuchar en un mundo marcado por la incomunicación y la violencia.

El obispo destacó la relevancia de volver a escuchar en un año que definió como "un año para escuchar, para re-aprender a escuchar". Citando las palabras del Salmo 61: "El Señor me ha ungido. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres y a darles el óleo de la alegría", el obispo subrayó la misión de cada cristiano de llevar consuelo y esperanza a los necesitados, imitando a Jesús, ungido por el Espíritu Santo.

Recordando las palabras de un pedagogo argentino sobre la necesidad de regresar de Babel, la ciudad de la incomunicación y la dispersión, el obispo señaló cómo la violencia surge de la falta de diálogo y encuentro, manifestando las heridas y vulnerabilidades de la humanidad.

En un llamado a la acción, el obispo destacó que los fieles estaban reunidos porque Dios los había llamado primero, comunicándose con ellos y transformando sus vidas. Haciendo referencia a la experiencia de San Pablo en el camino de Damasco, el obispo enfatizó la importancia de escuchar la voz de Dios y reconocerse como peregrinos en un camino de fe y caridad.

Además, reflexionó sobre el gesto simbólico de ungir, preparando los santos óleos utilizados en los sacramentos. Este gesto, según el obispo, representa la capacidad de comunicar y sanar, invitando a todos los presentes a abrir sus corazones y escuchar con compasión y amor.

 

 

 

 

Para profundizar en su mensaje, el obispo compartió citas de Romanos 12, recordando a los fieles que cada uno tiene dones dados por Dios para el servicio del cuerpo de Cristo. Animó a cada uno a ejercer sus dones con humildad y alegría, reconociendo que todos somos miembros interdependientes de un mismo cuerpo en Cristo.

Además, citó versículos 14-21 de Romanos 12, instando a los presentes a bendecir a quienes los persiguen, a vivir en armonía y a buscar la paz con todos. Les recordó la importancia de no tomar venganza, sino dejar lugar a la ira de Dios y vencer el mal con el bien, siguiendo así el ejemplo de Cristo.

En el cierre de su, el Obispo de Rafaela evocó las palabras de un venerable cura italiano, Don Tonino Bello, quien afirmaba que "la cuaresma va de la cabeza a los pies", desde la imposición de las cenizas hasta el lavatorio de los pies. Este recorrido, dijo el obispo, debe trascender hacia el corazón, renovando la conciencia de todos como hijos amados de Dios y servidores de una Iglesia llamada al servicio, como sacramento de amor. Animó a todos a llevar consigo el delantal del servicio, inspirados por el ejemplo del Maestro en la última cena.

 

 

 

 

En un gesto de gratitud por el testimonio de entrega generosa de todos los presentes, el obispo expresó sus mejores deseos para que esta celebración y las venideras de Semana Santa renueven la alegría en sus corazones y fortalezcan su fe.

Finalmente, invocó la intercesión de dos Santos quienes escucharon los clamores y el llamado a trabajar en la viña del Señor, el Santo Cura Brochero y Mama Antula, así como la protección y guía de María de Guadalupe y San José. Con estas palabras, el obispo instó a todos a perseverar en el aprendizaje de la escucha, la sinodalidad, la humildad y la caridad, confiando en la gracia divina que los sostiene en su caminar de fe.

 

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