En esta tercera y última parte de la entrevista con Enrique Lentore, veterano de guerra, dejó sus reflexiones acerca de la guerra Malvinas, la amistad con sus compañeros y si volvió o no al archipiélago.
PARTE TRES
Los ataques de los buques hacia las posiciones del Regimiento 5 de Infantería, en Puerto Yapeyú, fueron tremendos, según describió Lentore y argumentó “porque fueron muchos bombardeos navales, aparte de los bombardeos aéreos”. Los ataques eran estratégicos, los británicos tenían observadores adelantados y de día no lo hacían, salvo una o dos veces, “después bombardeaban de noche, obviamente para generar todo lo que genera un bombardeo nocturno”.
Y continuó relatando: “No te dejan ni descansar. En todo el plantel, la tercera parte está ocupada haciendo algo, la tercera parte está durmiendo, y la otra tercera parte está haciendo guardia, se divide en 8 horas, 8 horas y 8 horas, entonces a la noche no dejaban dormir ni al que tenía que descansar, ni al que estaba haciendo guardia, ni al que estaba haciendo trabajo logístico, y fueron muchos”.
A pesar que no tenían mucha puntería, una noche un teniente, en el oscuro, tomó una munición de 105 que tiene un alcance de 10.500 metros y la fragata a la que quería tirar estaba a 15 kilómetros: “Pero iluminó la entrada de la bahía, le dijo ‘acá estamos nosotros’, y ahí automáticamente empiezan a caer bombas, y ahí tuvimos bajas y lastimados”.
Al ser consultado sobre las fuerzas argentinas, declaró que no había una coordinación entre ejército, marina y aeronáutica. En ese sentido, dijo que la aeronáutica dio muchísimo, “los que murieron son gente que estaban capacitadas para pilotear un avión de guerra (…) estudiaron mucho y ofrendaron sus vidas”. En la marina, cuando hunde un barco, se hunde el capitán y se hunde el último marinero. Pero en ejército las cosas son distintas respondió.
“Porque los jefes te mandan al frente, en las guerras convencionales. Yo sinceramente veo que hubo grandes diferencias, hubo celos internos y discusiones internas. Eso lo pude confirmar, inclusive, muchos años después cuando leí el informe de la comisión Rattenbach, en donde creo que es la mejor autocrítica que hacen las fuerzas de sí mismas, en donde el general Rattenbach dice claramente que hubiera que haber sido más escalonado las defensas, habría que haber tenido más previsión de muchas cosas”, explicó Enrique.
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Siguiendo con el tema, dio un ejemplo: “Vos organizas en tu casa una cena de amigos y calculas cuánta carne va a haber y cuántas de bebida… si vos mandas gente a la guerra, no tenés medicamento, todo desarticulado, o te llega un tipo de munición que no corresponde a esta arma, o no te llega la logística de la comida, te llegó el instrumental médico y no tenés el cirujano, o te llegó el cirujano y no tenía anestesia. Eso se llama, en mi idioma, desorganización”.
Cerca del final de la nota, sostuvo nuevamente que hubo una falla muy grande del generalato. “La gesta de Malvinas, la recuperación de Malvinas es una gesta soberana, noble, patriótica, valiente, pero estuvo en manos de un generalato que no estuvo a la altura de las circunstancias y que no estaba preparado para... o pensaron que no venían”.
Últimas reflexiones
“Deja los recuerdos horribles que los vas solucionando, esas secuelas las vas curando en la medida en que te podés reinsertar en la sociedad. Yo tuve la suerte de conseguir trabajo enseguida en un banco regional con un grupo de gente maravillosa.
Por otro lado, con los compañeros, te queda una amistad difícil de describir. Es una amistad duradera que de pronto no necesitas estar hablando todos los días, verte todos los días. Es una amistad que no se enfría así te veas todos los días o te veas cada cuatro meses. Porque las vivencias y los recuerdos te quedan tan nítidos en situaciones límites, en donde vos llegás a conocer lo más profundo de la amistad, cuando más se necesita estar unidos, espíritu del cuerpo, espíritu del camarada, que ya no es el término militar camarada, ya es tu amigo. Y ahí ya no importa si es soldado raso, si es subteniente, cabo, lo que sea. La parte militarista la dejamos de lado y ahí vamos a la parte humana, en donde nos conocimos en situaciones muy difíciles”.
La última pregunta fue si tuvo la oportunidad de volver a las Islas y respondió que no quiere volver al archipiélago. “Yo respeto lo que mis compañeros quieran hacer cada uno (…) yo respeto a los que quieren volver y necesitan cerrar un círculo. Particularmente no he podido vencer el obstáculo de tener, no soporto tener que presentar un pasaporte para entrar a lo que yo considero que es mi país. Si algún día las leyes cambian y me piden un pasaporte para ir a otra provincia argentina, qué sé yo, mirá que pavada que estoy diciendo. Si me piden pasaporte para ir a cruzar el túnel subfluvial, bueno, ahí sí iré a Malvinas porque considero que es una provincia de mi país”.
